Lothar encontró varios objetos totalmente inservibles mientras desvalijaba el barril lleno de basura. El curioso Zangus se acercó justo en el momento en que un manuscrito cubierto por desperdicios incrustados aparecía al fondo del cubo.
Tras rascar un poco, los dos ociosos aventureros se percataron de que se trataba de una especie de mapa que señalaba una ruta comercial que partía desde Puerto Soldado.
El punto de partida se situaba en una vieja cabaña a las afueras. Al llegar, por afortunado accidente, descubrieron que la puerta estaba abierta y la cabaña deshabitada.
El plan principal era poder quedarse con ese refugio para tener donde caerse muertos, al menos por un tiempo, así que se decidió seguir la ruta hasta dar con los dueños del refugio y entonces...
Tras un par de días de viaje, los dos aventureros cochambrosos encontraron una destartalada caravana. Los rastros apuntaban a que sus pasajeros fueron atacados y después, tanto ellos como las mercancías, arrastrados hasta llegar a una caverna habitada por enormes insectos gigantes.
Era un lugar peligroso y la muerte coqueteo con ambos aventureros, pero al final encontraron a los dueños de la cabaña y pudieron hacerse con las llaves y el contrato de arrendamiento del refugio. Era un problema por que seguro que habían pagos pendientes.
El sueño de ser propietarios residentes se esfumó, pero pudieron gastar todo lo conseguido como botín en alcohol y mujerzuelas.
Al día siguiente, cuando apretara el hambre, de nuevo tendrían que acercarse a las basuras a rebuscar en busca de algo que llevarse a la boca. Un círculo vicioso que amenazaba con prolongarse.