Corría y corría, llevaba así mucho tiempo, pero daba igual dónde se escondiese, esos ojos siempre daban con él, no le daban descanso, atravesó vastas llanuras, se escondió entre la maleza, incluso le lanzaba jabalinas, pero nada funcionaba, siempre volvían y siempre detrás, hasta que finalmente lo atraparon y una desagradable sensación de aprisionamiento lo invadió. Abrió los ojos sin saber todavía que había sido un sueño, en la oscuridad de la noche, aún en la seguridad de su tienda una sensación de vacío subió desde su estómago hasta su pecho, unas ganas de gritar y echar a correr lo invadieron profundamente. Se encontró a sí mismo sin respiración, sudoroso y temblando. Cuando por fin se dio cuenta de que había sido un sueño poco a poco fueron remitiendo esos síntomas, pero había sido muy real, nunca le había pasado nada semejante, esas sensaciones lo perseguirían el resto de sus días. Miró alrededor nervioso, estaba inquieto, no podía permanecer quieto, mucho menos tumbarse o volver a dormir. Pero no podía decirle a su familia que tenía miedo de un sueño, ¿qué clase de cazador Praxiano tiene miedo de un sueño? en su mente infantil era un razonamiento lógico así que decidió guardarlo para sí, en ese momento de nuevo una sensación de profundo vacío lo invadió y se puso en pie, salió y caminó alrededor de la tienda para tratar de calmarse, parecía faltarle el aire de nuevo, estaba solo y nada podría cambiar eso, ¿cómo iba a afrontar lo que se le venía encima? Se tapó la cara con las manos y un llanto de desesperación surgió de lo más profundo de su ser, cuando la sensación de vacío era más acuciante y desesperada una voz traspasó su espíritu, y como una ráfaga de viento que arrastra las hojas barrió momentáneamente esa desesperación.
Mi pequeño Whaalan, al girarse vio a la abuela, una tierna sonrisa asomaba en su rostro,
dime mi pequeño, ¿por qué estás levantado y fuera de la tienda a estas horas de la noche? Whaalan la miró fijamente, algo le decía que ella sabía perfectamente lo que ocurría, se lo decían sus ojos, que lo miraban con una mezcla de ternura y preocupación. Tragó saliva, y todavía tartamudeando debido al disgusto trató de relatar lo sucedido, pero estaba demasiado nervioso todavía. La abuela le hizo un gesto para que la siguiese, había un pequeño fuego encendido, se dejó caer cansado, todos sus músculos estaban agarrotados, una desagradable sensación en la boca del estómago, la anciana le tendió una infusión y alentó a que bebiese toda de un trago,
esto te calmará. Se mantuvieron en silencio mientras bebía y hacía efecto el brebaje, poco a poco y más calmado pudo ahora sí relatar fielmente lo ocurrido. La abuela escuchó atenta la historia sin interrumpir, asentía de vez en cuando, pero nada más. Cuando terminó se mantuvo unos minutos en silencio pensativa, mirando a los ojos a Whaalan, cosa que éste odiaba profundamente pues sentía su alma desnuda, apartaba la mirada, pero continuaba sintiendo esos ojos cobrizos que lo escudriñaban.
Finalmente, la mujer habló, su tono era tierno, como si estuviese manipulando un objeto muy frágil.
Estás experimentando cambios, tu espíritu está maduro, y hay cosas a tu alrededor que no tienen sentido, posiblemente sientas que no encajas en este mundo o que algo está mal. Déjame decirte que lo que te sucede es normal, más pronto o más tarde a todos nos sucede, en el camino de la evolución espiritual todos llegamos a esa encrucijada, a ese punto en el que todo nos asusta. Podría decirte que debes ser valiente, que todo irá bien, pero no es cierto, es tu decisión y tu responsabilidad lidiar con ello, afrontar esos miedos, todo lo que yo y tu padre podemos hacer es ayudarte y guiarte, pero los actos y las decisiones serán tuyos, esa es nuestra bendición y nuestra maldición, somos responsables de nuestros actos y nuestras decisiones, y tenemos total libertad para tomarlos. Cuando nombró a su padre una mano recia, fría, apretó su hombro con fuerza, Whaalan se sobresaltó y miró atrás, estaba su padre ahí, no sabía el tiempo que llevaba, de pronto se sintió profundamente avergonzado de que su padre escuchase la historia que había contado a la abuela. Aakif sólo dijo
sígueme, echó a andar hacia la oscuridad reinante y Whaalan no tuvo más remedio que seguirlo.
Llegaron a un claro alumbrado por la antorcha que su padre llevaba, éste le hizo un gesto,
siéntate aquí Whaalan, es hora de que dejes de ser un niño y te conviertas en un hombre, Aakif le vendó los ojos, no podía ver nada,
ahora me marcharé, te quedarás aquí toda la noche, no puedes pedir auxilio ni huir, y bajo ningún concepto podrás quitarte la venda, si lo haces no podrás ser un hombre. Un profundo temor lo invadió, cuando escuchó los pasos de su padre cada vez más lejanos, todo le daba vueltas bajo la venda, la sensación de ahogo volvía una y otra vez, tan solo el temor y respeto a su padre lo hicieron mantenerse firme. Los ruidos de la noche eran cada vez más audibles para él, sonidos extraños, el viento soplar, la hierba crujir, todo a su alrededor se sentía amenazante, lloró y en muchas ocasiones tuvo la tentación de huir, pero se mantuvo firme, la pócima de la abuela posiblemente le ayudó bastante a templar sus nervios. Tras una noche horrible, en lo que pareció ser una eternidad, la claridad asomaba entre las rendijas de la venda, sabía que sol ya había salido, se retiró la venda y miró alrededor, su cuerpo agarrotado, su mente dispersa e inquieta, hasta que observó a su padre sonriendo sentado a su lado.
Has superado la prueba hijo mío, lo has hecho bien, recuerda bien esta lección, te servirá en los días tristes y negros que seguro tendrás en la vida. Recuerda estas palabras, así como esta noche creías estar solo y no lo estabas, así pasa en la vida. Aun cuando creemos estar solos no lo estamos, formamos parte de un todo, debes estar en comunión para sentirlo. Recuerda bien, cuando vienen los problemas y momentos duros lo que debemos hacer es sólo CONFIAR. Levántate, ya eres un hombre, hoy vendrás a cazar conmigo.