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Denisse apresuraba el paso. Se detuvo ante Fekla.
- Reverenda hermana, sabéis donde puedo encontrar a la acólita Morgana?
- Está ahora mismo en su celda, iniciada.
Denisse asintió y, con paso vivo, encaminó hacia la zona de las habitaciones dentro del templo de la Sanadora. Se detuvo ante la puerta y, cogiendo aire, golpeó suavemente con los nudillos en la puerta. Una voz amortiguada por la madera y la piedra le dio permiso para entrar. Abrió la puerta despacio y vio a la acólita sentada delante de su escritorio, como tenía, al parecer, por costumbre.
- Qué ocurre. Inquirió Morgana.
Denisse tragó saliva.
- Ha llegado esto para vos, hermana.
Morgana cogió la breve nota. Reconoció el sello sobre la cera, el cual rompió y, con rapidez, leyó las breves líneas. Asintió para sí.
- Ayúdame, parto de inmediato para Puerto Soldado.
Denisse la ayudó a vestirse, le acercó capa con capucha bordada en finos hilos de planta con las runas de la Que Todo lo Cura, cuyos rumores decían que había encontrado en un antiguo templo de la Sanadora otrora importante y hoy abandonado en medio de un erial invadido por magia nigromántica. Le acercó el extraño bastón, grabado con intrincadas runas de poder, aunque de apariencia sencilla. Se contaba que lo extrajo de las mismísimas entrañas de la tierra, donde moran las hijas de la Hambrienta, a las cuales se decía que Morgana se había enfrentado y sobrevivido. Vio como se puso sus anillos, historias de minas mostalíes abandonadas e invadidas por espiritus y sombras los acompañaban. Su túnica inmaculada se decía que había sido hilada por los propios aldryanis. . . Todo lo que rodeaba a Morgana parecía leyenda e imposible.
- Gracias, parto de inmediato, recogeré provisiones a la salida. Sonrió a Denisse. Has sido de gran ayuda.
La muchacha hizo una ligera genuflexión y salió de la celda, en dirección a la salida. Allí se encontró de nuevo con Fekla.
- Fekla, puedo preguntaros algo?
- Claro, muchacha, dime.
- Es cierto todo lo que se cuenta de la acólita Morgana?
Fekla sonrió.
- No se cuenta ni la mitad.
Denisse se quedó pensativa. Esa mujer entonces había arriesgado su vida más allá de lo que el culto requería. Realmente estaba ante una buscadora. Y el culto no producía muchas. De hecho, posiblemente fuera la única en toda la isla. Qué nuevas y peligrosas misiones la aguardaban? Bueno, pensó, mejor esperar aquí, entre la seguridad de los muros del templo, a que alguien cuente las nuevas historias de Morgana, al fin y al cabo, ella era una iniciada y nunca había tenido afán de aventura. Cuidar de los enfermos y heridos que les traían al templo ya era bastante para ella. Giró sus pasos hacia la sala de curación, tenía trabajo, no vio partir a Morgana.