RECUERDOSEl Alba se estaba pronunciado desde el horizonte, cuyo nacimiento del astro solar se enmarcaba desde lo lejos, un dios radiante que ahora, anciano y derrotado repetía un ciclo constante, dejando una estela cobriza, hasta finalmente ascender. Eran de agradecer los vientos de la mañana, que soplaban como un bálsamo, aliviando un bochorno propio de la Estación del Fuego, capaz de marcar la espalda de un hombre dado al viaje, y que obligaba a hombres como mujeres a resguardarse a la sombra de los robustos árboles, que inquietos, se agitaban pausadamente gracias a la bendición de los vientos.
Todos los cazadores de la tribu y aquellos intrépidos que eran capaces de usar bien un arco o una lanza habían sido convocados a unas decenas de metros al sur de la empalizada, por Jostharl, cerca de un pequeño claro cercano, custodiado por solemnes árboles, de aspecto centenario. A su lado, se encontraba una piedra de aspecto plano donde estaban depositados varios cuencos de madera y arcilla con ofrendas de frutos y miel, así como diferentes presas de caza, comunes de estas duras tierras, ofrecidas al Dios de la Caza Odayla y a Vhelara. El "Blót" era una vieja costumbre entre nuestro pueblo, antes de las batidas de caza, para ofrecer a los dioses, siendo respetada por todos, así como un punto de reunión y lugar de culto.
La batida se conformaba de pocos hombres, cuatro Carls, puede que cinco antes de comenzar la partida. Conforme transcurría el tiempo, los muchachos, de corazón inquieto y dados a las bravuconadas esperaban alardeando de futuros trofeos de caza, así como de futuras pretendientas o simplemente renombrar las virtudes de ellas, desde quien tenía las mejores caderas a otras palabras más directas, incluso otras mucho peores. Por el contrario, aquellos curtidos cazadores de mirada dura como la roca y gruesas pieles y tiempo sobre sus hombros preferían dedicar su tiempo a revisar sus arcos y flechas, así como la dirección del viento, para ellos la presa segura era la que estaba bajo sus manos.
Aunque preguntaran a Jostharl este no podía decirles mucho más de lo que ya creían saber. Ciertamente Markus era parco en palabras, de los que optaban por escuchar y hablaba a través de su experiencia como cazador, así como lo que era capaz de ofrecer. Aunque para muchos podría considerarse una persona reservada lo cierto es que era valorado entre los suyos como así reflejaba este día, pues varios habían acudido a su reclamo. Jostharl con rostro serio volvió a explicar a los más ruidosos parte del motivo, antes de que su ya reputada paciencia se esfumase y dejase algún estomago sin aliento.
- ¿Quien soy yo para contradecir a un buen Cazador? Todos habéis venido a honrar a Odayla, muchos tenéis entre vuestras manos buena caza para no defraudar a los dioses, otros, por Orlanth que lo han intentado. Pues bien, ¿Que mas queréis que hable si todo ha sido ya dicho?
Olend Melenagris, un curtido cazador que cazo un buen ejemplar de Jabalí, levanto la mano callosa en dirección al sotobosque lanzando un gruñido de aviso, otro cazador había llegado. El murmullo bajo un poco de tono cuando vieron acercarse al hombre, algunos se levantaron y otros simplemente dejaron de lanzar murmullos, siendo derrotados por la curiosidad. Markus se acercaba a grandes zancadas, portando el arco, vestido con sus robustas ropas de viaje y protegido por el pelaje de un enorme lobo ondeando tras él. Atado al grueso cinturón traía un par de liebres colgando de un cordel al cinto, su rostro se reflejaba serio y concentrado sin mirar a nadie en particular, se coloco frente al altar en una pequeña elevación del terreno, dejó las liebres en el suelo junto a él, y los pocos cazadores de que disponía la tribu se concentraron a unos pocos pasos de la loma, expectantes a lo que les iba a decir mientras seguían comentando en tono bajo. Todos de una u otra manera lo conocían bien, dado que la tribu disponía de pocos hombres y la mayoría habían compartido jornadas de caza junto a él, como bien recordaban Jostharl y el joven Olend.
Markus dedicó unos instantes a mirar a sus hermanos allí reunidos, una mezcla de orgullo, satisfacción y preocupación ocupaban su mente, finalmente alzo ligeramente la mano pidiendo silencio.
Cuando los cazadores callaron y prestaron atención tomó la palabra, la cual resonó entre los árboles.
Encontrándose en pie, delante de aquellos hombres. Con mirada al frente, hablo fuerte y claro, orgulloso de sus propias palabras.
- Como sabéis soy Markus, hijo de Arkus el rojo, del clan del oso en Nimistor, en la lejana, Wenelia, Heortling libre, Vindurfolky y Cazador y fiel seguidor de Orlanth y Odayla.
- Os he hecho llamar hoy aquí por un tema de vital importancia para nosotros y nuestros hermanos.
Dedico unos segundos a mirar a la cara a cada uno a uno a los presentes evaluando su semblante, pues había responsabilidad en su voz y necesario que así lo comprendieran todos.
- El Jarl Derek ha puesto su confianza en nosotros para que llevemos a cabo una labor crucial en la tribu, como es alimentarla y proveerla de lo que la naturaleza nos ofrezca con ayuda de los Dioses. y no solo eso sino además hacerlo respetando las tradiciones del pueblo de las tormentas y respetando a nuestros Dioses.
Cuando su voz murió muchos asintieron en silencio, todos opinaban de una u otra manera lo mismo, estaban de acuerdo. Una vez que Markus, hijo de Arkus se aseguro de ello, prosiguió.
- Como estoy a cargo de los temas de caza os quiero decir que no se tolerará a ningún cazador que desafié nuestras tradiciones y no respete a la caza y a nuestros Dioses, somos Heortlings, somos un pueblo libre y orgulloso, lo que consigamos lo haremos gracias a nuestros esfuerzos y no mediante el uso de trampas, artimañas o sin realizar los debidos ritos con las presas que podamos conseguir, estamos hablando del sustento de los nuestros y no permitiré acciones que tachen el nombre de esta nuestra tribu y de los dioses que nos amparan.
- Estoy contigo, Markus, hijo de Arkus - Interrumpió rudo Jostharl, a lo cual otros asintieron, ya que las palabras de Markus les refería a ellos, pero también hacia sus familias. Cuando el silencio se apodero de nuevo, el cazador hablo de nuevo.
- Para ello, y empezar con buen pie y con las bendiciones de nuestros dioses, hoy aquí realizaremos un sacrificio a Odayla el cazador, el domador del oso e hijo de Orlanth, rey de dioses, así como ofrendas personales a Vhelara y Ernalda pues nada nos ofrecerá la tierra sin su beneplácito.
En cierta manera Markus agradeció las indicaciones de Dagna en cuanto a temas de las diosas de la tierra se trataba. La muchacha se había enterado ,saben los dioses como, de este ofrecimiento y había buscado a Markus para ofrecerle su consejo, si deseaba escucharlo, hablándole durante parte de la noche de forma apacible, dándole algunas indicaciones para presentar sus respetos a la tierra y dicho sea de paso de que una parte del ofrecimiento fuese consagrado a Ernalda. Cuando su mente regreso al presente fue una voz contundente la que se mostro de nuevo y una vez más, todos escucharon.
- El que no siga mis palabras, es libre de marcharse, pero no podrá cazar para Vindurfolk mientras yo sea el responsable de la caza. Si alguno rompe la tradición será enviado ante Gultar portador de la Ley.
Jostharl gruño con rudeza al comentario, mirando de forma amenazadora a los más jóvenes, siendo común en ellos atraer los problemas y que, atento y vigilante esperaba con un cordero sujeto por un lazo al cuello. Fue Jostharl el primero que se acerco a Markus y mostro su ofrecimiento. Markus, asintió de forma solemne, en conformidad a Jostharl, girándose al altar y hablo a sus dioses.
- Odayla escucha a tus fieles seguidores, reunidos aquí hoy para buscar tu guía en sus cacerías y poder así alimentar a su tribu, a sus familias y a sus hermanos, hermanas e hijos, como llevan haciendo nuestros ancestros durante generaciones, pedimos tu favor Gran Cazador y te ofrecemos este cordero uno de los mejores de los que dispone la tribu.
Sin interrumpir, Jostharl le ofreció un cuchillo que guardaba en su cinto, una buena pieza cuyo mango era una pezuña de ciervo donde estaban marcadas los símbolos de la caza. Con él en su mano, realizo un corte ceremonial a la altura de la yugular del animal, alejándose tras su muerte frente el altar. Una vez más, Markus se giro a sus compañeros, que observan el ritual con atención y respeto.
- Ahora hermanos, ante este mismo altar, depositaremos la caza que cada uno ha traído como ofrenda a Vhelara y Ernalda, como dictan nuestras costumbres, .
Las manos de Markus, desanudaron las liebres que había traído consigo, dejándolas con cuidado a un lado y depositándolas en el altar bajo unas figuras talladas de madera de Vhelara y Ernalda, mientras recita en voz alta.
- Que la carne de esta presa sirva para alimentarme a mí y a los míos, que sus huesos regresen a la tierra, que su sangre nos de fuerza, que su espíritu sea ofrecido a la gran madre Ernalda, Odayla guía nuestros pasos.
- Gracias Odayla por ser mis ojos, gracias Madre por proporcionarnos alimento, gracias presa por darnos tu vida que no será desperdiciada.
Cada hombre y joven se acerco al santuario, repitiendo las últimas palabras de Markus y ofreciendo sus tributos de caza. Algunos incluso añadieron algunas figuras de madera y flores ofrecidas por sus mujeres. Cuando todo hubo acabado y los rostros se mostraban conformes con lo que había ocurrido, Markus se dedico a ellos.
- Bien hermanos, ya sabéis como proceder para traer sustento a los nuestros, recordad que dependen de nosotros y de nuestro buen hacer. Partid hermanos de Vindurfolk.
- !Buena Caza, que Odayla guie nuestros pasos!.

Markus despertó entre sus pieles, los primeros rayos del sol devolvían a la vida el bosque, los sonidos de decenas de pájaros inundaban el aire, y la brisa mañanera comenzaba a levantarse con fuerza, en viada por Kolat, meciendo los árboles y haciendo chirriar sus ramas y troncos. Así despertaba desde que tuvieron que dejar la Thula, muy a su pesar.
Parecía levantarse alegre pero nostálgico por el sueño que había tenido esa noche, recordar a los suyos en la aldea le trajo recuerdos de buenos tiempos, no muy lejanos, de hermanos conviviendo en un hogar, bromas y jornadas de caza aprendiendo unos de otros como hombres libres.
Mientras recordaba y pensaba recogía rutinariamente sus pieles y la tienda sencilla de piel de oso que utilizaba para pasar la noche en la espesura cuando no encontraba un lugar natural más adecuado y resguardado. Lo entristecía bastante lo acontecido en las últimas semanas, y ver como compañeros que consideraba ya casi hermanos se marchaban, sobretodo Jostharl, Olend o Pecda. Como no quería perder mucho tiempo reavivando las brasas de la hoguera desayunó unos frutos secos y un poco de agua.
Sonrió de mediolado al recordar un día en que fue en busca de Olend para que practicase un poco con el arco, el muchacho se había mostrado interesado y aprendía rápido. Habían quedado cerca de la puerta principal, pero el joven se retrasaba. Caminó entre la tiendas improvisadas que habían instalado dentro de la empalizada con amplias zancadas hasta la tienda de Olend. Preguntó por el camino a un carl por el joven, esté le contestó que estaría en su tienda, el malhumor que le iba creciendo hizo que no se diera cuenta de la risilla del carl tras informarle. Asique se plantó ante la tienda de Olend, dispuesto a echarle una buena reprimenda por hacerle perder su tiempo.
Abrió los pliegues de la entrada de un manotazo para despertar a Olend y abrió la boca para darle una buena voz, pero el sonido quedó en su garganta, sorprendido cuatro ojos le devolvían la mirada extrañados, al parecer Olend había alargado la noche anterior junto a los jóvenes de la tribu y había pasado la noche con una joven de la aldea, ambos se tapaban con las cálidas pieles, expectantes ante la súbita intromisión y tratando de mostrarse serios, mas realmente les divertía bastante ver al cazador allí plantado sin decir nada, ruborizado y tratando de articular palabra. Finalmente Markus reculó cual topo en su madriguera farfullando nadie sabía qué y dejando a los jóvenes allí conteniendo la risa.
Nayara pudo ver la escena, como encargada del almacén solía encargarse de que se repartiera ecuánimemente el desayuno, esperó a Markus al borde del sendero que se dirigía a las puertas, sin poder contener a risa.
- Deberías acompañarnos mas a menudo junto al fuego por las noches, Markus.
Markus miró a Nayara malhumorado, pero pronto se contagió de la risa de la mujer ante la situación.
- Así te habrías enterado de los escarceos amorosos del joven Olend. *añadió*.
- Espero por su bien que no haya gastado todas sus fuerzas con esa joven, mañana lo mandaré a por un Grifo por lo menos. *contestó burlón Markus y siguió hacia las puertas, dejando a Nayara riendo mientras lo veía alejarse*
Con estos pensamientos se adentró el cazador en la espesura en busca de lo que Ernalda y Vhelara le ofrecieran.